Comprendo pero no comparto el desgarro pesimista que ha
originado entre militantes y votantes del PSOE el impresentable golpe perpetrado
por el Comité Federal .
Las fuertes emociones obnubilan la razón y nublan la
interpretación de los signos que aparecen en el horizonte. Quienes deberían
estar acongojados son quienes han ideado, conducido y ejecutado el latrocinio
político porque hoy mismo han firmado el fin de su etapa en el PSOE ¿O nadie capta el significado de que, en poco más de diez días, casi 100.000 militantes les hayan proporcionado un
revés en toda regla?
Esos 100.000 son ahora mismo la imparable fuerza del PSOE.
Son quienes más temprano que tarde romperán los muros de contención de las actuales
élites directivas y provocarán una refundación del Partido Socialista desde la modernidad,
la innovación y la aplicación de los valores de la izquierda, los tradicionales
y los del siglo XXI. Esos 100.000 situarán al frente del partido a nuevas
caras, nuevas maneras de percibir la realidad y otros métodos de actuación más
acordes con la actual pulsión social. Es obvio que entre estos 100.000 figura
un capital humano y político de primer orden, gente con experiencia, con
dinamismo y un férreo compromiso social.
Y no será la primera vez en más de 130 años de historia. El PSOE actual se refundó en el
Congreso de Suresnes, en 1974, cuando los históricos del partido, nada menos
que los que habían vivido la guerra civil, con Rodolfo Llopis a la cabeza, se
vieron desplazados por un grupo de jóvenes dirigidos por Felipe González, que patrocinaron décadas de progreso para el
país. Ahora toca el relevo de la baronesa, el resto de los
barones y sus colaboradores útiles. Es obvio que serán laminados, o al menos
minorizados, por la fuerza de los 100.000 militantes. Entonces surgirá un nuevo PSOE del
siglo XXI con el que se podrá confiar de nuevo.
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