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Los responsables del "golpe" en el PSOE representan lo que ya ha pasado de moda entre las clases medias urbanas. |
¿Qué futuro se advierte en
el horizonte del PSOE? Hoy ya no solo está en juego el
prestigio social de un partido de izquierdas cuando permite la gobernación al
partido de los corruptos. También peligra el propio futuro del partido, su
renovación y puesta al día, a la hora del siglo XXI.
El problema se arrastraba
desde antiguo pero eclosionó con el 15-M y las
consecuencias de la crisis económica, que cambiaron los perfiles de la sociedad
española. Las clases medias y populares, agredidas, giraron hacia posturas más
radicales. El PSOE no supo
leer la circunstancia y se quedó anclado en el discurso tradicional, con la
pesadez institucionalista, la rutina intelectual, el viejuno tacticismo de
partido y la apolillada visión territorial de España. Sus
respuestas fueron las de siempre, solo que ya nadie formulaba las preguntas; el
movimiento social ya iba por otro lado. El partido dejó de ser lo que acuñó
Guerra en su día: “lo más parecido al grueso de la población española”.
El PSOE ha decaído porque
las clases medias urbanas, dinámicas y avanzadas, no encuentran referentes
creíbles entre los representantes socialistas. No hablan del mismo
modo, no tienen la soltura intelectual contemporánea ni la frescura del
comportamiento del ciudadano medio. Por no hablar de los jóvenes, a quienes el
PSOE les parece una gloriosa pieza de museo. En realidad, el partido ya solo
cuenta con apoyos substanciales en
la España rural, la de población de personas mayores.
Sin embargo, el “No es no”
de Pedro Sánchez supuso un bocinazo que aquilató
la atención de gran parte del centro izquierda. Levantó esperanzas hasta en los
antiguos votantes socialistas. Fue percibido como un tipo claro y valiente ante
las presiones. Encima era viajado y hablaba perfectamente inglés. Por fin el
PSOE daba un mensaje que era comprendido y muy compartido en la España del
siglo XXI. En pocas semanas se abrieron infinitas expectativas…
Alguien se ha encargado de
la decapitación política de esa esperanza, pero lo grave es que
se apresta a tomar las riendas del partido desde la eterna tradición de
lenguaje, comportamiento y obra, nada acorde con el pulso social de la
segunda década del nuevo siglo. Susana
Díaz, Javier Fernández, Guillermo Fernández Vara, García Page y sus acólitos
pertenecen a un formato pasado de moda ya solo visible desde la ruralía. De rebote, dejan la amplia, vigorosa y creativa franja de las clases medias modernas a merced del populismo de Podemos, que sacará tajada como un tiburón en un banco de sardinas.
En el momento que un partido de izquierdas pierde el apoyo de la juventud y de los sectores más dinámicos y vanguardistas de la sociedad está firmando su fecha de caducidad que, con plazos largos o cortos, se producirá inexorablemente. Si no hay un cambio de timón valiente y decidido, claro.