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miércoles, 11 de marzo de 2015

“Las mismas manos que abusaban de mí, me daban luego la comunión”

Y, de pronto, estalla en Mallorca la burbuja de los abusos sexuales de curas pederastas. La frase del titular es un arquetipo que aparece en la nutrida literatura sobre este delito. Creo incluso haberla oído en el cine, en “La buena educación”, de Almodóvar. La más famosa novela sobre violaciones desde la sotana es sin duda “Diario de una camarera”, de Octave Mirbeau, que ha sido llevada al cine tres veces, una de ellas por Luis Buñuel. Ultimamente, Bonifacio de la Quadra también ha sacado “Secretos de confesión” con un fondo argumental similar.
Entre todo el revuelo me ha llamado la atención las declaraciones de un antiguo monaguillo de Selva que ha presentado la denuncia contra el párroco de su niñez: “Nadie me ayudó”. Espeluzanante. Toda una sociedad bienpensante y cristiana abandona a un niño violado. Tapan su confesión con un vergonzoso silencio y luego miran al cielo y silban. Ni una denuncia en el juzgado; ni siquiera de la prensa libre.  Es Lamentable que en estos casos solo se juzgue al agresor y no a los cómplices por encubrimiento. Docenas de banquillos no bastarían.
Aún hoy, todas las cautelas son pocas para tratar estos asuntos de violadores vestidos de negro. A la primera palabra te sacan la manida presunción de inocencia. Me pregunto si se guardaría el mismo distanciamiento si esta cadena de delitos contra menores la hubiera protagonizado un colectivo de inmigrantes africanos. Ya arderían en las hogueras...


1 comentario:

  1. Soy Víctor Delgado uno de los abusados tanto por la Iglesia cómo por la DESIA de la gente que mira para otro sitio. La Iglesia sólo es un negocio, ( y como decía el Genial GILA, " míralos y empezaron con un pesebre ". JAJAJA, a mí no me hace gracia.
    manetawal@gmail.com

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