1. "Lo importante no es tanto que se hable de mí como de lo que a
mí me interesa; es lo que se llama la “lucha por la agenda de comunicación”,
espina dorsal de cualquier campaña electoral. Podemos y Ciudadanos han conseguido
la victoria en esta batalla. Es más, la han conseguido juntos, coaligados como
compañeros de cama y repartiéndose la carnaza televisiva del grupo Lara.
2. Su victoria es haber situado en el electorado un sofisma: lo
viejo contra lo nuevo; lo viejo es malo, lo nuevo es bueno. Así se sencillo y
fácil, como todo el mundo lo entiende no hay que añadir nada más. Sucede sin
embargo, que el antagonismo viejo/nuevo en la sociedad del siglo XXI conlleva
gran peligro debido a lo efímero de lo nuevo: cada diez minutos surge algo
nuevo que inyecta vejez en lo que hasta hace un rato era nuevo. Así ha ocurrido a Iglesias y
Rivera, que llegan al 20-D viejos, con los tics de la política de siempre, aprovechándose de pactos televisivos vergonzosos con lo que ellos mismos llaman “el gran capital”, con muchas palabras vacías y pocos proyectos solventes. Cuesta recordar de memoria 3
proyectos de envergadura de cada uno de ellos.
3. Rajoy acaba la campaña con un puro en una mano y el “Marca”
en la otra, mirando de reojo para que nadie lo vuelva a hostiar. Sánchez lo
hace desgañitándose con su retahíla de proyectos para reducir las desigualdades,
crear empleo de calidad y para que las clases medias y trabajadoras salgan de
una vez de la crisis.
4. Paradójicamente, Sánchez es el pimpampum de la campaña.
Todos le dan. A ninguno de los demás le interesa que gane: ni al PP, ni a
Ciudadanos ni a Podemos. Los indecisos que buscan un argumento para decidir su
voto deberían pensar en ello.
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