Con el abandono de su creador, Noel Biderman, cae
definitivamente el mayor mercado planetario de la infidelidad: “Ashley Madison”,
la web que deja con el culo al aire (y quizás no sea metáfora) a sus más de 40
millones de usuarios. No todo es éxito en los florecientes negocios digitales.
Me asombra el despliegue: las principales policías del mundo buscan en una docenas de países y los mejores superexpertos de la piratería escudriñan los más sofisticados sistemas para pillar a los chicos de “The impact team”, que tiene en su poder el listado de esos cuarenta millones de personitas ansiosas de infidelidad.
Me
pregunto qué tratamiento van a dar los medios: ¿Será como el listado de los regularizadores
de dinero negro que Montoro guardó bajo mil llaves? ¿O como los correos secretos
del Pentágono, desvelados por Assange, publicados
hasta por las Hojas Dominicales de las parroquias? Me temo que será lo primero
porque qué interés tiene la venta de miles de millones de armas para armar una
guerra en África al lado de una buena infidelidad.
“La vida es corta, toma un amante”. Este es el tema de la
web en cuestión, que tiene su miga. De entrada dice que relaciona “mujeres
guapas con triunfadores” (¿Los demás, abstenerse?) y en un boucle de marketing
para limar los últimos escrúpulos se presenta como un site que “garantiza la
paz conyugal y que es un alternativa al divorcio porque la infidelidad (como se
sabe) salva el matrimonio”. Vamos, lo de hace 3.000 años pero en digital.
¿Y ahora qué hacemos con 40 millones de infieles con
tiritona? Como en la Edad Media, ya se organizan las cruzadas.
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