Jamás alguien que ha
ganado las elecciones con más del doble de votos sobre el segundo se habrá
sentido más derrotado. Mas/Moisés, con su llamamiento a la gran mayoría
soberanista, ha visto truncadas sus expectativas para conducir al gran pueblo
oprimido a través del desierto hasta la Tierra prometida. Podría darse un canto
en los dientes porque el partido que, junto al PP, ha practicado los recortes
de más envergadura, solo pierde 12 diputados y ello gracias a que el segundo
partido en voto popular, el PSC, pierde 8.
La notoria pérdida de
voto socialista no se ha convertido en la debacle de las encuestas, aunque por
supuesto no tienen nada que celebrar. En todo caso, el “tripartito” de la
pasada legislatura, saca más votos que CiU quien, en condiciones normales – sin
la independencia de por medio – tendría que buscar el apoyo del PP para
gobernar, tal y como lo ha hecho hasta ahora. Quizás habría que ir reflexionando sobre el porqué de la cultura atomizadora de los partidos de izquierda.
Hay que reconocer que la
jugada de Mas no ha obtenido los resultados esperados pero le ha otorgado lo
que en realidad pretendía: seguir en el poder. Ese ha sido su gran engaño. Ahora tiene otros cuatro años
por delante para seguir con los recortes y camuflarse detrás de la bandera
independentista.
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