Vistas de página en total

viernes, 29 de abril de 2016

Así nos ven, así nos va (en 5 puntos)


La mirada ajena sobre nuestros problemas más acuciantes suele ser beneficiosa por cuanto aporta luces nuevas y desapasionadas que nuestro empecinamiento nos impide ver. Es lo que ha hecho hoy Rosa Bueno, en su programa matinal de la SER, al citar a los corresponsales en España de medios de comunicación alemanes, italianos y portugueses.

En sus análisis han coincidido, al menos en 5 denominadores comunes sobre la situación política en España:

1. Incapacidad de pactar políticas y ejercicio desmesurado de la manipulación para hacer prevalecer las estrategias partidarias por encima del interés colectivo.

2. Exceso de difamación de unos con otros. La crispación desatada en el fallido debate de investidura de Pedro Sánchez sería impensable en cada uno de sus Parlamentos. Y recuerdo que había un italiano.

3. La tendencia es dejar de analizar fríamente para pasar a polemizar con pasión y, algunos, hasta con cierta rabia. Así no hay quien pacte.

4. Los representantes de la nueva política han ejercido de forma espectacular los vicios que reprochaban a la vieja política. Lo ejemplarizan con la irrupción de Iglesias exigiendo al PSOE, a las primeras de cambio, la vicepresidencia del Gobierno y varios ministerios.

5. Los medios de comunicación han aventado y consolidado
el ambiente de crispación y apasionamiento en todo lo que han podido. Han retransmitido en riguroso directo y con primerísimos planos el menor detalle de este período postelectoral. Lógicamente, denuncian la crispación y apasionamiento de los políticos y después se lavan las manos.

lunes, 25 de abril de 2016

Error de civilización en Palma



Dos vistas del Paseo Marítimo en el siglo XX
El XIX fue siglo de  innovaciones técnicas y grandes inventos que deslumbraron al mundo y abrieron un horizonte nuevo de la vida en el planeta -  el progreso - que debía proporcionar un inmenso bienestar a sus habitantes.

El siglo XX fue el de la masificación de tales avances, que se produjeron y se aplicaron intensivamente en la vida cotidiana de la ciudadanía.

El siglo XXI será, está siendo, el del sufrimiento de los efectos secundarios de aquellas innovaciones, una vez llevadas al límite.

Con estas sencillas pinceladas resumió ayer Carlos García Delgado su intervención en uno de los interesantes encuentros del grupo Palma XXI, dedicado al estudio de propuestas para mejorar la ciudad. Dio en el clavo.

Las energías, el automóvil, la construcción, el desarrollo turístico, el gran comercio, la expansión urbana… que debían ser palancas de impulso de las ciudades, se han convertido en el monstruo devorador de la vida ciudadana a escala humana.

Más allá de retazos de nostalgia de la ciudad bella, recoleta y tranquila que fue hace tan solo unas décadas, el diagnóstico sobre la Palma actual no es para echar cohetes. Lo curioso es que no es fácil encontrar a los responsables del desaguisado. Porque lo somos todos. En mayor o menor medida, por acción o por omisión, pero todos.

domingo, 17 de abril de 2016

¿Es mejor lo nuevo?


 


Suelo ser un mal entrevistado porque sufro el "síndrome del momento de cerrar la puerta"; es decir, las mejores respuestas se me ocurren después de que cierro la puerta del lugar donde he sido entrevistado y me voy. En uno de esos trances (Pere Cerón, SER Baleares) me preguntaron mi opinión sobre la nueva política. En el blog disimulo balbuceos y anoto lo elemental.

Los publicistas americanos de los años sesenta (los Mad men) inventaron el adjetivo NUEVO para relanzar productos tradicionales. Yogures y detergentes eran las estrellas: el NEW Danone o el NEW ACE, que eran en un 99,9% el producto de siempre pero, con una discutible y mínima innovación, aparecían como artículos nuevos que había que comprar. La llamada NUEVA política es un producto similar.

La palabra NUEVO no tiene el menor valor cualitativo sino solo temporal. Por otra parte, supone hoy una elección perdedora porque, al ritmo de las transformaciones, lo nuevo se convertirá mañana en viejo, a veces incluso el mismo día. Prefiero otros calificativos aplicados a la política: ÚTIL, SERIA, RESPONSABLE, FIABLE, COMPARTIDA, LEAL, PUNTERA, CERCANA… pero NUEVA, desde luego, no.

No quiero aprovecharme de la actualidad y las negociaciones para formar gobierno pero, francamente, no puedo otorgar mejor nota a lo nuevo sobre lo no tan nuevo.


  

lunes, 4 de abril de 2016

Volàtils eufories

Desprès d’un cap de setmana de cròniques, criteris, opinions i reflexions en torn al Barça-Madrid i a la sorprenent transcendència que els jugadors de Zidane han donat a la seva victòria, crec que la cosa es més senzilla. 
De fet, el comportament del Madrid em recorda els vells anys perdedors del Barça quan, a manca de copes a la vitrina, aquelles temporades ferestes es jugaven a un sol partit contra el Madrid, que es competia patèticament com si fos la final més important del món. El futbol té una bona dosi de sentiment eteri, d’acord, però quan es tracta d’una classificació puntuable objectivament amb punts, és obvi que guanya qui n’acumula més. La resta, excuses de mal perdedor o volàtils eufories per camuflar la mediocre realitat.

viernes, 1 de abril de 2016

Nos alimenta mejor una sonora bronca que una buena cena

Patxi López pide calma a unos parlamentarios encrespados
Es muy sencillo. Una gran parte de los votantes han querido disminuir el bipartidismo en España y ampliar el espectro a cuatro partidos como mínimo. Ignoro las causas y me temo que, en caso de saberlas, discreparía de ellas. Pero es obvio que estos votantes han actuado de buena fe creyendo que la inclusión de sangre política nueva revitalizaría el país y que cada uno cedería para lograr un acuerdo de Gobierno estable.

Pero una cosa son deseos y otra realidades. Hoy por hoy, el panorama es el siguiente: Tres de los cuatro partidos principales coinciden en un denominador común: desalojar al PP del gobierno. Las frías y tozudas cifras indican que solo con la unión de los tres puede lograrse (PSOE, Podemos y C’s sumarían alrededor de 200 diputados). Pero eso no se ha producido  porque Podemos se niega a entrar en el trío y propone otros acuerdos de aritmética imposible.


¿En qué pensarían los electores anti-bipartidistas cuando depusieron su voto? ¿Quizás en que se organizaría un maremágnum que conduciría a nuevas elecciones? Radicalmente no. Fueron mucho más ingenuos: pensaban en un acuerdo para un gobierno con varias sensibilidades, sólido y eficaz. Me sorprende que ignoraran que viven en un país donde alimenta más una sonora bronca que una buena cena. En todo caso, los partidos no pueden traspasar el problema a la ciudadanía con nuevas elecciones. Los electores ya hemos votado, ahora que inventen ellos.