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lunes, 29 de febrero de 2016

Memorias de Senegal (y4): Helenismo y Negritud


África es el origen de los tiempos. Si nos remontamos decenas de miles de años, hasta Donald Trump viene de allí. Mi amigo Bathie Tall recuerda de sus tiempos de estudiante el discurso de Léopold Sédar Senghor en la Universidad de Dakar donde dijo que “La razón es helena, pero la emoción es negra”. El gran líder africano del siglo XX no quiso con ello marcar un territorio con  fronteras sino precisamente lo contrario: la necesidad de unos y otros para unirse y completarse.



A la hora de contrastar nuestras fuerzas, creo que debemos ofrecer tablas:
- Senegal no tiene grandes autopistas como las europeas, pero posee una fértil tierra rojiza que da idea de su riqueza mineral. 
- No conserva ciudades medievales históricas, pero allí abundan misteriosos bosques de baobabs y palmeras de una magnificencia que corta la respiración. 
- Carece de la grandeza de las catedrales góticas, pero sus puestas de sol doran un paisaje íntimo y reposado capaz de provocar el síndrome de Stendhal con la misma intensidad que el Duomo de Florencia. 
- Apenas utilizan tecnología punta pero goza de un capital humano de una belleza física y moral insuperable. 
- Es cierto que en sus vidas se aprecia a menudo oscurantismo y superstición, pero ignoran el significado de la palabra depresión y no necesitan psicoanalistas



- Por lo general no surgen grandes emprendedores ni innovadores, pero trabajan los valores de la solidaridad y la amistad con un compromiso que ya quisiéramos para nosotros los europeos. 

Eso, tablas.



miércoles, 24 de febrero de 2016

O mía o de nadie

Confieso que tras las últimas elecciones navideñas daba por supuesto que Rajoy seguiría como presidente del Gobierno. Sus 123 diputados, junto a los 40 de Ciudadanos, lo situaban muy cerca de la mayoría absoluta de 175. Parecía fácil aunar a 12 diputados en el proyecto.

Hoy, sin embargo, ese peligro ya no existe. Pedro Sánchez, sin estridencias ni altanerías, lo ha conjurado. No es que la alternativa esté clara, pero por lo pronto, Rajoy no seguirá en el Gobierno. Eso es lo que espero a menos que Pablo Iglesias – que no soporta que nadie acumule un protagonismo superior al suyo – se cierre en banda y no permita que Sánchez gobierne si él no se erige en supermegavicepresidente ni sus amigos ocupan los ministerios más influyentes

Sánchez ha ido de menos a más; Iglesias de más a menos y Rajoy se ha hecho el harakiri solito. El buen hacer político consiste – ayer, hoy y siempre – en que un líder crea los mayores consensos parlamentarios y sociales posibles para sacar el país adelante desde la centralidad (que no del centrismo). Sánchez puede hacerlo pero necesita que Podemos no dé rienda suelta al instinto y se eche al monte con el esperpento español “O mía o de nadie” y clave la faca a la alternativa al PP. 

lunes, 15 de febrero de 2016

Memorias de Senegal (3): El imperio de las redes sociales


Sant Louis, en el norte costero de Senegal, en la misma frontera de Mauritania, tiene un barrio colonial que abarca toda una isla frente a la Lengua de Barbaria. Sus calles y sus casas guardan un lejano aroma francés, diluido por la decadencia del tiempo olvidado, vestigio de la amplia actividad económica y social de principios de siglo XX cuando la ciudad era la gran puerta de entrada del África negra.

Allí se encuentra Guet N’Dar, el barrio con más densidad de Africa: 45.000 personas, dedicadas de un modo u otro a la pesca, se apiñan ruidosamente en un dédalo de casas – muchas lindan el concepto de chabola – que dan cobijo a unas 20 personas por término medio cada una. Es un enjambre agitado, colorista, despreocupado y sucio, donde la gente no tiene pinta de ser infeliz y mucho menos miserable. Las carencias materiales (menos hambre, casi todas) no les derogan las ansias de vivir, oficio que ejercen con la sonrisa en la boca.

Guet N’Dar, como la mayoría de pueblos y poblados senegaleses, es el paraíso de las redes sociales a pesar de carecer de internet; la familia es una inmensa piña, los contactos y las conversaciones se producen en la calle, cara a cara; los amigos son auténticos (no como los de Facebook) y el grueso de la población está unida por una sólida cadena de solidaridad: el problema personal de un vecino es el problema de todo el barrio y todos ayudan a resolverlo. Nada que ver con los europeos individualistas, con buenas infraestructuras y servicios, pero a menudo angustiados, depresivos y solitarios.
Ante tal escenario emergen algunas preguntas: ¿son incompatibles progreso y felicidad? ¿Es el desasosiego y la desazón el precio a pagar por el confort y la seguridad? ¿La abundancia de pertenencias personales impide recorrer hasta el final los caminos de la solidaridad y la felicidad? Son casi tan engorrosas las preguntas como las respuestas

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jueves, 11 de febrero de 2016

Memorias de Senegal (2): Conquistamos América... y esclavizamos África


Viajar por África negra es tocar con las manos el holocausto de la esclavitud. Los historiadores no se ponen de acuerdo, pero con frecuencia se habla de una cifra de 40 millones de africanos que, a partir del siglo IX, y sobre todo  en el XVIII, fueron víctimas de esa lacra humana. Todo se disparó cuando los europeos conquistaron las Américas; inmediatamente esclavizaron África. Vaya carrerón.

En Senegal, concretamente en la isla de Goré, frente a Dakar, se conserva el recuerdo más lacerante: la Casa de los Esclavos, con la llamada “puerta sin regreso”, última frontera hacia las naves de negreros, que cargaban africanos con un trato similar al del transporte de carbón.

Es una de las historias negras de Europa de la que se derivan otras vertientes menos espectaculares pero igualmente crueles como la colonización y el expolio de materias primas, bases del desarrollo económico del Viejo Continente. Y ahora, cuando nos piden una mano - un poco de nuestras sobras -, nos escandalizamos y queremos cerrar las fronteras a quienes hemos exprimido como a un limón.

En la foto de arriba, mi amigo senegalés en la llamada celda de los esclavos recalcitrantes, los que oponían resistencia. Decía que él hubiera sido uno de ellos. En la foto de la derecha, la última puerta; quien la traspasaba no volvía a ver a los suyos. Le esperaba el peor de los infiernos.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Memorias de Senegal (1): "¡Equale, equale!"


Este señor tan serio con quien aparezco en la foto es un senegalés que recogí en autostop cerca de Ndande en dirección a Thiés. No sé cómo, pero enseguida descubrimos que éramos coetáneos y que habíamos nacido con pocos días de diferencia, circunstancia que celebró con entusiasmo estrechándome la mano repetidamente. También coincidimos en haber emigrado al extranjero desde muy jóvenes; él a Italia, yo a Francia, aunque luego, tras unos años, regresamos a nuestros países. Tanta sincronía lo excitó tanto que vio intervención divina en nuestro encuentro casual. No cesaba de repetir en un macarrónico italiano “siamo equale. Nero, bianco, equale”.

Le comenté en francés que, efectivamente, solo nos distinguía algo tan sutil como la epidermis; nuestros corazones, nuestra sangre, nuestros órganos vitales... eran exactamente iguales. La consideración aumentó su contagioso entusiasmo y apasionamiento. Nos dimos la mano mil veces. “Equale, equale...”. Parecía haber descubierto América.

Cuando llegó a su destino le propuse hacernos una foto de recuerdo. Y entonces, ante la cámara, puso esta cara de alpargata. Luego recuperó la sonrisa y nos estuvo despìdiendo con la mano hasta que lo perdimos de vista. Amigos para siempre.




jueves, 4 de febrero de 2016

Todos contra Pedro Sánchez, no vaya a ser que arregle algo.


Yo ya tengo preparado el traje del próximo mes para protegerme de intoxicaciones informativas, mentiras interesadas, filtraciones deshonestas, ofertantes de duros a cuatro pesetas, provocadores de miedos tenebrosos, revelaciones periodísticas insólitas en la web de “El correoso libertador” y similares,  viborillas, sabiondos que tienen una fuente fiabilísima, especialistas en medias verdades, aprendices de brujo en el control de las agendas, expertos en la irrelevancia de declaraciones altisonantes, incendiarios de Roma y de tierra quemada, artificieros para explotar puentes… y me quedo muy corto.


Espero que Pedro Sánchez se haya vacunado contra tifus, malaria, fiebre amarilla, hepatitis, meningitis y, lo más importante, contra la mala leche que se usa en este país cuando se opta por el inevitable “morir matando”. Tiene  mérito porque todas las vacunas no le van a bastar. Resurgirá el españolísimo  “Duelo a garrotazos” de Goya en la versión todos contra uno, no vaya a ser que arregle algo.